viernes, 15 de febrero de 2008

La pereza

Jamás comprendí porque la facilidad se escurre.

El candado aplaca cualquier impulso de gritar un poquito y a veces creo que ya estoy por vencida. Sólo me resta la chatura de la repetición. Que las posibilidades de maravillas pasaron, no fueron, las perdí, eran ilusorias, es sólo cuestión de cambiar el lente para mirar. El resto es lo que le queda a la precaución. Entonces me entrego a un sopor insoportable, que siempre es la pérdida de sentido. En ese sopor son los demás los que impiden. Y sí, muchas veces son los demás.

Y no quiero pensar en la valentía, la voluntad, los si querés podés, el dejarse llevar, los que fluyan, etc. No quiero pensar que hay una actitud válida y otra perimida, que el deseo se cumple si está bien focalizado. No quiero pensar que si hago la cosas mejor, que si me porto bien, que si me levanto temprano, si no me acuesto tarde, si soy aplicada, si pongo disciplina, si me creo mejor que los demás, si me deja de importar lo que piensen de mi: entonces el deseo estará.

Y ojo no vaya a ser cuestión de perder identidad. La dificultad es parte. No la pienso desafiar. Kif Kif.

2 comentarios:

cordolok dijo...

Maquina!!!
bonito lugar para andar...
lindos pies voladores...
me gustan mucho tus poemas y relatos macareniles
andaré por aquí seguido...
felicitoté!!!

Anónimo dijo...

¡Maldit@s sean l@s que corren carreras de tortugas!
Nunca anduvimos en esas carreras, no andaremos tampoco ahora. Nuestras identidades y sus huellas selectivas las pusimos andar sin muchas claridades, pero sin tortugas y dispuestas siempre al acontecer al borde.
No será lo fácil ni la respuesta acabada. Será el deseo, sí será. Y es que, no puede apagarse, no puede agotarse la deliberadamente elegida convulsión del azar, esta decidida tendencia a incendiar tortugas, dinamitar carreras.
¡¡¡¡Te adoro!!!!