jueves, 28 de febrero de 2008

Obligada lluvia

No fui a trabajar, hermoso placer. Es decir: mi casa de día, sola para mí. Todas las energías de la mañana a la disposición de mi placer. Toda mi música a mano, al volumen que me agrade. La posibilidad de limpiar y luego de poder habitar, por un rato, un ambiente más aceptable.
Disfrutar de mi nuevo y lindo cuarto de día no es menor.
Encima de toda esta lista de beneficios llueve, y adoro la lluvia. Porque me gusta el gris, me gusta el “fuera-de–la-rutina” al que te conduce la lluvia, me alivia tener la justificación no culpógena para quedarme dentro.
Me gustan los colores cuando se mojan.
También me gusta que hoy mi amiguita de siempre, de la vida, la elegida, se haya quedado a dormir y tomemos mate mientras le muestro lo último que escribí. A ella le parece maravilloso, siempre le parece maravilloso lo que escribo y yo nunca le creo. Y miramos fotos (las que no vió porque ya no se sienta en la compu). Y nos reímos, nos damos buen humor. Partió bajo la lluvia a una marcha, toda larga y flaquita. Me quede extrañándola.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aquí, la amiguita, con largas y flaquitas gotas... lluvia en mi cara de la emoción y melancolía (acorde al día)frente al blog...
¡Cuánto vale el gris desrutinado! Es lo que mejor sabemos.
Y, conozco tus placeres. Con eso me fui: empapada de vos, de tus placeres, delicia para mí cuando se convierten en escritura.
Es hora que empieces por creerme.
Es de noche, sobreviví la lluvia, te sigo extrañando.