sábado, 14 de junio de 2008

Dorothy y Kifky

Cuando era chica, bastante, el primer libro que leí sola fue El mago de Oz, me encantó. Creo que la identificación con Dorothy fue tan fuerte que quería encontrar un camino amarillo. A veces cuando me acostaba en mi cama esperaba que llegue un huracán para que me arrastre al reino de Oz (no sé porque cuando uno es chico los fenómenos meteorológicos podrían ser algo corriente y obviamente no se relacionan con lugares geográficos). El huracán no llego pero yo releí el libro varias veces hasta que me regalaron Dailan Kifki y entonces...bueno quería un elefante de mascota; un elefante que sepa volar. No es que confundiera la ficción con la realidad pero quería que mi realidad se ficcioalice. Creo que ese deseo fue tan fuerte que se arrastró por los años; fantaseé tanto que hubo tiempos en los que dudaba si algo había sucedido, lo había soñado o lo había fantaseado. Me abstraía con mucha facilidad del corset lineal y estallaban posibilidades mejores. Yo era mejor en esas fantasías. Hasta que todo se diluía en una sola confusión. A veces sufría por esto y otras era pura libertad. Con los años fui tratando de contenerme porque bajaba del ensueño muy duramente y sufría bastante. Había una tendencia no tan amigable de preferir pensar a vivir y eso en algún momento hubo que desecharlo. Pero todavía destruyo algunas realidades para convertirlas en caminos amarillos y eso me pone orgullosa.

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