miércoles, 20 de agosto de 2008

Receptores

Cuando me volví a quedar sola, pensé que no lo podría soportar. Porque me eran inevitables esos largos soliloquios en el que una de las dos voces tomaba tanta fuerza en argumentar el pesimismo, que me iba asfixiando de desesperanza. Mucho tiempo después encontré diferentes maneras de callar a la pesimista, una de ellas era aturdirla con un cóctel de música alegre, televisión estúpida y pastillas. Creo que cuando finalmente se calló, la segunda voz ya tampoco hablaba y mis otros pensamientos se aparecían débiles como parte de un sistema que no los necesitaba para funcionar. Ahí fui feliz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que bueno que puedas callar al pesimismo de alguna manera, quiero a aprender a poder hacerlo

Anónimo dijo...

todavia sigo buscando la receta, ya ni las pastillas ni la morfina me hace efecto, tel ves la alguien como vos que me de paz me haga dormir de una vez por todas