miércoles, 5 de marzo de 2008

Pequeños inconvenientes

¿Es posible que haya una persona tan poco hábil en el manejo del paraguas como yo ?
No sé si será por mi torpeza natural o mi falta de costumbre de usar paraguas. Es que a este incómodo elemento lo incorporé sólo hace unos meses a mi vida cuando me dí cuenta que te ahorraba mucha agua en el cuerpo llevarlo sobre la cabeza. Además como ya estaba grande y había abandonado mi rebeldía antiparagüera me sentí en condiciones de usarlo. Casi como un gesto de madurez, como dijo mi amiguita c.
Pero madura o no, soy un peligro acechante en las veredas: llevo por delante otros paraguas, los ojos de los transeúntes corren importantes riesgos, engancho sus puntas en andamios y tubos itinerantes de las veredas, aplasto señoras contra las fachadas.
Pensaba: es que no sé calcular mi tamaño más el tamaño del paragüitas. Pero ese pensamiento fue abortado rápidamente, mi naturaleza es torpe y el paraguas sólo suma a la torpeza.
Pero por sobre todos los incovenientes de su uso el que más me conflictúa es cuando el objeto se revira al viento y se da vuelta.
En ese momento la lucha es cuerpo a cuerpo y la definición es que mi preventiva actitud de salir con paraguas fue vana, ya que finalmente estoy toda mojada.
Soy terca, así que seguiré intentando usar la sombrillita esa.

5 comentarios:

Leslie dijo...

hahahaha me alegra saber que esa rebeldia contra la sombrilla se va con la llegada de la madurez...pensaba que yo iba a seguir mojandome toda la vida, mientras escuchaba a mi mama diciendome "Pero no entiendo, porque es que no te gusta usar sombrillas? "Porque me siento como una idiota agarrando ese palo"... le respondia yo.
Bueno, suerte con tu nueva amistad con el paraguas, creo que a mi tambien me toca hacer las paces con el...
Entre por primera vez... me gusto mucho tu blog, pasare a menudo por aqui...
Saludos desde Rep. Dom!!

el pony dijo...

Gracias Leslie, mi actitud de chica madura y amiga del paraguas termina ayer cuando lod eje abandonado sin querer en una exposición a la que fui.
Hoy cuando me desperte y vi que llovia de nuevo me dí cuenta que el affair habia terminado. A mojarse de nuevo!
Un beso grande!

Anónimo dijo...

Mi mochila, hace una semana, carga un paraguas rojo...
Ya son muchos los gestos de mi madurez... Todavía me queda el rojo.
Me gustó. Pequeñas universalidades, las complejidades paragüísticas.
Beso grande!

Tomás en Shorts dijo...

Jaja, que cierto. Vos sos un poco de la gente de la que hablo yo con sus paraguas.

Es cierto el comentario de la madurez. Cuando uno es más pequeño, el no usar paraguas es, sin dudas, un acto de relevdía punk.

Sigo insistiendo: ¡Por una ley de carnet de conducir paraguas!

Jean Pierre Noninoni dijo...

Estimada Macarena yo tambien me he dado cuenta este año que el paraguas sirve para no mojarse y al usarlo darme cuenta que uno igual se moja. Atte.-